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Martes 5 Abr 2016
Al pozo caduco primero hay que detectarlo, lo cual a veces no es muy fácil.
Existe la opción del abandono temporal o el definitivo. El primero se hace en el fondo, cuando hay chances de obtener resultados. El segundo, cuando hay certeza de que no habrá más explotación por razones técnicas o financieras.
Originalmente las empresas tenían como objetivo primordial sellar el fondo, es decir la parte con más hidrocarburo, agua u otro componente químico necesario para la producción.
En los últimos años, surgió la necesidad de abandonar la parte media, la que está en contacto con el acuífero. Mendoza fue pionera en comprender la importancia de esta operación, a tono con la escasez del recurso en sus zonas áridas.
Y está el abandono de superficie, es decir la boca del pozo desde el cual pueden emanar fluidos o gases tóxicos. Allí el taponamiento es un proceso definitivo: se corta la cabeza de la perforación y se coloca cemento a presión. Tras el fraguado, se hace una prueba y se suelda una tapa.
Pero cuidado: un pozo sellado en superficie no es suficiente garantía de seguridad ambiental. Puede no haber sido sellado en las capas contaminantes del fondo (hidrocarburo) o en la zona de protección de la capa acuífera.
El cemento que usa una perforación es tan clave como la calidad de sus caños. Años atrás se apelaba al "portland" por su duración y menor costo. Pero hoy se sabe que es necesario aplicar cemento flexible alrededor del caño principal, por su adherencia y seguridad frente a fluctuaciones bruscas de presión o temperatura.
Para clausurar un pozo definitivamente se aplican tapones metálicos y de cemento, de modo de sellar bien las capas productivas en zonas de punzados y aislar la zona de acuíferos.
Martes 5 Abr 2016
La conciencia de que un pozo inactivo es una bombae tiempo para el medio ambiente y los habitantes (¡y aquí estamos hablando de 3.000 pozos!), llevó al Estado a legislar para obligar a las empresas a declarar los 31 de enero de todos los años cuántos pozos de petróleo y gas inactivos van a abandonar.
Así nace la Resolución 05/96 de la Secretaría de Energía de la Nación, que establece la metodología para el sellado.
En la región sólo lo imita el gobierno neuquino. La gestión Sobisch sacó diez años después –en setiembre de 2006– el decreto 1631/06 que ordena requisitos minuciosos para el abandono y determina plazos. Pero no fija sanciones.
Años después, en 2012, el Ministerio de Energía neuquino sacó la disposición 029 que regula la actividad de aquellos pozos utilizados para la extracción asistida (inyectores) y para los sumideros. Aquí sí se habla de sanciones, pero todavía no se aplican.
El legislador neuquino Alejandro Vidal (UCR) viene reclamando sin éxito desde noviembre de 2015 que den a la Legislatura información precisa sobre cantidad de pozos inactivos (en zonas urbanas, cultivadas y desérticas) y los abandonados temporaria y definitivamente.
Para la presente investigación, las autoridades de Energía de Río Negro y Neuquén accedieron a brindar la última información disponible con disímil grado de precisión.
¿Cumplen las empresas todas estas normas? Hasta cierto punto, como se describió.
¿Es débil entonces la autoridad de aplicación? Nuestros gobiernos lo niegan con énfasis. No obstante es palpable –sobre todo en los últimos años– la merma en el ritmo de los abandonos, la anteposición de excusas técnicas para no hacerlo y la escasa o nula propensión a aplicar sanciones en casos de incumplimientos.
Sin dudas resultará gravoso e incalculable el precio de la inacción, no sólo de las operadoras sino también de nuestras provincias que asignan áreas, cobran regalías y tienen la potestad de exigir y controlar, obligándose a resistir presiones de las operadoras o la siempre latente posibilidad de recibir dádivas, muy tentadoras en los tiempos electorales.
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